Friday, May 1, 2009

Cinco ojos: ciclo de cine arte y danza

Programa completo del ciclo de cine

Dziga Vertov, fotograma de El hombre de la cámara, 1929.


«Es peligroso dejar de mirar a Israel Galván»: así se expresaba un crítico en un periódico con motivo de uno de sus espectáculos, y no sé si recordando aquella célebre frase de Luis Buñuel que invertía la advertencia que figuraba en los cristales de los tranvías madrileños: «Es peligroso mirar al interior». En efecto: es peligroso dejar de mirar su baile, porque cada gesto, cada remate y cada movimiento, por pequeño que sea, despliega un signo que nos atrapa y que genera sentido por toda la superficie escénica, y no sólo en su cuerpo. El baile de Israel Galván convoca y reclama incesantemente la mirada, la concentra para diseminarla, y de forma no muy diferente a como trabaja el cine, del que el propio Israel Galván se declara aficionado, llegando a encontrar pasos para su baile en Kubrick, Pasolini o Coppola, como aquellos con los que construyó la «Farruca del día 11» en Galvánicas, basados en antiguas figuras flamencas, pero también en los movimientos descoyuntados de Martin Sheen en Apocalipsis Now. La relación entre la mirada y la danza es continua a lo largo del siglo XX, y la bailarina y coreógrafa Olga Mesa la ha dejado perfectamente establecida en una frase lapidaria: «La mirada es lo que hace desaparecer el espacio vacío entre los cuerpos». La mirada es, pues, una materia que se despliega en el espacio, que va y viene, zumba, ata y enlaza cosas en sus recorridos y, por lo tanto, susceptible de ser coreografiada. Ésta es una de las razones del continuo tráfico de intereses que ha habido entre artistas plásticos y coreógrafos durante el siglo XX, desde la relación que mantenía Rauschenberg con Cunningham o Trisha Brown, la de Hijikata con Mishima y los artistas neo-dada japoneses de los años setenta, o la que hay actualmente entre Israel Galván y Pedro G. Romero. La danza comienza abriendo el ojo.

Tomando cinco ojos famosos de la historia del cine como pretexto —el ojo-cámara de Dziga Vertov en El hombre de la cámara; el ojo-desagüe de Hitchcock en Psicosis; el ojo-párpado de Samuel Beckett en Film; el ojo-herida de Buñuel en Un perro andaluz y el ojo-lupa de Meredith Monk en uno de sus vídeos—, el ciclo de cine, arte y danza Cinco ojos pretende realizar una lectura de cinco de los espectáculos de Israel Galván a través de los ecos que sus coreografías despiertan en el arte y la danza contemporáneos. Ecos que no admiten ninguna limitación por géneros, por lo que durante las cinco proyecciones que se van a realizar, con un total de más 12 horas de duración, se van a poder contemplar los contactos y paralelismos que se abren entre Samuel Beckett, Bruce Nauman o William Forsythe, entre Enrique el Cojo y Sasha Waltz, Valeska Gert y Pina Bausch o las danzas Butoh, el Carrete de Málaga y Buster Keaton… Y todo ello para invertir el trabajo de la historia: escribirla «a contrapelo», como decía Walter Benjamin. Se trata, pues, de hacer una genealogía, más que una historia, que recorra la danza y el arte contemporáneos a través de los problemas que se ponen en acción en los espectáculos de Israel Galván.

Para descargar el programa completo de Cinco ojos: ciclo de cine, arte y danza, pulse aquí: programacincoojos.

Luis Buñuel, Un perro andaluz, 1929.

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