Friday, May 1, 2009

Miguel Ángel García Hernández, texto de presentación de Bailar las sombras

sombra y SOMBRA

«Pero qué ciegas son las criaturas si sus razones no alcanzan ni a las sombras de sus cuerpos…»
José Val del Omar, Aguaespejo granadino.


Para el pensamiento occidental la sombra ha sido siempre un molesto residuo. Es, propiamente, el lugar que hace visible el paso ―la pérdida― del cuerpo en imagen. Todos los mitos y aventuras de ese simulacro han encontrado en Platón su perfecto defensor. En el mito de la caverna se condensan los cánones por los que se va a regir durante dos milenios esa presencia negativa: falsedad, trampa, burla, deormación, pérdida de valor, negatividad, mortandad... Por ella, la sombra, el mundo de los vivos se transforma en recuerdo del mundo de los muertos, y no es casualidad que los pintores tradicionalmente hayan conseguido su color, pardo oscuro o violáceo, mediante la fabricación de un compuesto hecho a base de moler huesos y materias orgánicas, como si la representación de las sombras no pudiera hacerse más que poniendo en acción la propia presencia de la muerte.

Para seguir leyendo el texto pulse aquí: sombraysombra

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